sábado, abril 28, 2007

MIRAME CUANDO LA LUNA

Se asoma por la ventana.
No sé si será el alcohol
o si será la charla de dos horas.
Me dolía un poco la cabeza antes de llegar.
Lo siento.
Mucho mucho
tengo el amargor en la boca
que me viene de dentro.
Se llama mala sangre.
Y viene cuando una es una amargada.
Lo que pasa es que no puedo ya ni explicarme,
pero eso les pasa a todos.
Tantas cosas que decir y tan importantes
sabes, tan importantes para nada.
Ego soy y me asisto.
Por eso callo.
Todo sea que cada convencimiento
suena como una vanidad
y me contestan las amigas, que materialista
que material.
Me responden los extraños
con abrazos en la cintura y afirman que no me quieres
como me pudieran querer ellos.
No he terminado la frase.
Qué más da.
El refugio lleva la casa a cuestas
y tiene un cuello largo como un submarino.
Metí a la tortuga en la habitación
para ver dónde se esconde.
Aprender de ella.
Dime alguien para invitar.


Nadie se merece ver
cómo te adoro,
ni cuánto es. Ni siquiera el funcionario.