CORTADO DEL TIEMPO
Ayer vi el Mercader de Venecia
como veo que te giras, cuenta, cuenta.
Mal es poco, la expesión oral:
le dice el que parece que es gay
a Al Pachino que no tenía por qué
aguantar sus sermones de judío
que le perdona, seamos amigos
a cambio de la palabra,
una libra de carne, que vendrá a ser un kilo,
no sé de dónde,
de dónde te sacas tú un kilo que no sean huesos
que sea solo magro, un kilo de ternera.
Pero claro, naufragan sus barcos,
los del gay, el del amigo que se quería casar.
Entonces hay un juicio
porque además Al Pacino tenía una hija
que se parecía en la cara
a Sis-Sas ("te hago la raya en sis-sas?").
Le quitaron la hija las malas lenguas,
chismorreos envenenan con falsedades
y su odio hacia lo cristiano era brutal
junto su carácter devoto además,
te hablo del judío.
El caso es que al final,
la mujer del amigo se saca la trampa de la ley,
todo ésto con unos diálogos ingeniosos
de los que se te graban para siempre
y te sacas en el tranvía
meditando sobre ellos, con el fondo
del murmullo del discman.
Y el anillo... Muy mal.
Tengo una cosa que tú no tienes,
viene con la perra ladrándome a lo lejos
nunca me llamas, malqueda,
me ignoras y me desprecias
sonriente como la loca de la perra
que le dura una hora la cadena en el cuello
y soporta la obediencia
el rato que cuestan dos caricias en el lomo.
Todo lo de hoy a la lavadora,
hay que ver con la perra.
Algún día me podrías llamar
para decirme que vas dónde siempre
a hacer lo mismo.
Poder responderte que es muy pronto,
a lo mejor paso más tarde,
o sea, que me esperais.
como veo que te giras, cuenta, cuenta.
Mal es poco, la expesión oral:
le dice el que parece que es gay
a Al Pachino que no tenía por qué
aguantar sus sermones de judío
que le perdona, seamos amigos
a cambio de la palabra,
una libra de carne, que vendrá a ser un kilo,
no sé de dónde,
de dónde te sacas tú un kilo que no sean huesos
que sea solo magro, un kilo de ternera.
Pero claro, naufragan sus barcos,
los del gay, el del amigo que se quería casar.
Entonces hay un juicio
porque además Al Pacino tenía una hija
que se parecía en la cara
a Sis-Sas ("te hago la raya en sis-sas?").
Le quitaron la hija las malas lenguas,
chismorreos envenenan con falsedades
y su odio hacia lo cristiano era brutal
junto su carácter devoto además,
te hablo del judío.
El caso es que al final,
la mujer del amigo se saca la trampa de la ley,
todo ésto con unos diálogos ingeniosos
de los que se te graban para siempre
y te sacas en el tranvía
meditando sobre ellos, con el fondo
del murmullo del discman.
Y el anillo... Muy mal.
Tengo una cosa que tú no tienes,
viene con la perra ladrándome a lo lejos
nunca me llamas, malqueda,
me ignoras y me desprecias
sonriente como la loca de la perra
que le dura una hora la cadena en el cuello
y soporta la obediencia
el rato que cuestan dos caricias en el lomo.
Todo lo de hoy a la lavadora,
hay que ver con la perra.
Algún día me podrías llamar
para decirme que vas dónde siempre
a hacer lo mismo.
Poder responderte que es muy pronto,
a lo mejor paso más tarde,
o sea, que me esperais.
1 Comments:
Uno de los más informales y desenfadados que te he leído. Es muy divertido. Si tengo que quedarme con una de las dos partes, me quedo con la segunda. Gana mucho a partir del punto y a parte.
Besos
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