FOTO DE OJOS ROJOS

aún tengo de un bote de liso intenso
que timaron a mi progenitora
con las pulseritas y baratijas
embellecedoras
tan poco cómodas en dedos que no sirven
más que para teclear y apuntar
en direcciones ambiguas
sin saber a dónde paran tantas horas sin sueño.
Pues dicen que aquí es dónde más horas se trabaja
y dónde menos cunde la faena. No me extraña.
Se acaba el día
a partir de las once de la mañana.
A partir del café.
Aprovecho el paso por el pasillo
para peinarme el liso intenso
que alargué el bote con agua
y a más pasadas de mano, más intenso queda el liso.
Pues mis manos son planchas.
Y el pelo es un casco que me tapa las intenciones
de los demás,
apuntando a mi cabeza con rayos laser por los ojos,
laser de las armas de las películas.
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