martes, noviembre 22, 2005

EN FIN

Miro en el espejo del ascensor
no puedo aguantar ni un minuto
la mirada de esa cara de mala.
Cada recuerdo me salta en el alma
hasta el punto de taparme la cara
y agacharme en una esquina
con las manos apretadas
sóla ante la vergüenza.
El viaje es demasiado corto
para que pare la tormenta,
apenas quince segundos de ascenso
hasta que se abren las puertas
y aparece de repente,
los pies de la cara que tiemblan hacia delante.
Sabes lo que me espera,
todo, menos tus brazos.
Como para estar mucho rato derecha
sobre las plantas de la incertidumbre.
Con esta cara y este cuerpo...